“El reto con Hugo es ¿a quién va a responder?”, se preguntaba González Díaz, activista de Xpujil. "¿Va a responder al partido o va a responder él a los pueblos indígenas?”.
TEL AVIV, Israel (AP) — Esta semana se han producido tiroteos casi a diario en la Franja de Gaza, en las inmediaciones de los nuevos centros a los que los desesperados palestinos acuden a recoger alimentos. Según los testigos, tropas israelíes estacionadas cerca han abierto fuego. Funcionarios hospitalarios reportan que al menos 80 personas han muerto y cientos han resultado heridas.El ejército israelí, por su parte, afirmó que realizó tiros de advertencia en varias ocasiones y que ha disparado directamente a algunos “sospechosos” que ignoraron las advertencias y se acercaron a sus fuerzas. Pero ha negado haber abierto fuego contra civiles y no ha afirmado que Hamás haya disparado en esas zonas, aunque dice que sigue investigando.
A continuación, lo que sabemos sobre los tiroteos que se registraron mientras las multitudes caminaban hacia los centros de distribución de ayuda:Tres centros de distribución de ayuda están siendo gestionados por la Fundación Humanitaria de Gaza, un grupo recién formado de contratistas principalmente estadounidenses. Israel quiere que la FHG reemplace a los grupos humanitarios presentes en el sitiado enclave palestino que distribuyen ayuda en coordinación con Naciones Unidas.Israel acusa a Hamás de desviar ayuda bajo el sistema dirigido por la ONU. Pero la entidad y los grupos de ayuda niegan que haya una desviación significativa de los recursos hacia los insurgentes y sostienen que el nuevo sistema —que han rechazado— permite a Israel usar la comida como arma, viola los principios humanitarios y no será efectivo.
La FHG comenzó a repartir ayuda el 26 de mayo, tras un bloqueo israelí de casi tres meses que ha dejado a los más de dos millones de habitantes de Gaza al borde de la hambruna. El sistema de la fundación limita la distribución de alimentos a centros custodiados por contratistas armados. De los tres que están abiertos, uno se ubica en el centro del territorio y dos en el extremo sur, en las afueras de la mayormente deshabitada ciudad sureña de Rafah. No todos han estado operativos todos los días.El miércoles, la FHG suspendió la distribución de ayuda alegando que estaba discutiendo con el ejército israelí medidas para mejorar la seguridad de los civiles, incluyendo cambios en la gestión del tráfico y la formación de las tropas.
Todos los centros están ubicados en zonas militares israelíes a las que los periodistas no tienen acceso.
Para llegar a los centros en Rafah, los palestinos deben caminar kilómetros (millas) a lo largo de una ruta designada donde la FHG dice que el ejército israelí mantiene la seguridad. En declaraciones públicas, la FHG ha advertido a la gente que no se salga del camino, ya que abandonarlo “supone un gran peligro”.Nieves warned that the situation is “very concerning,” with only two of over 20 planned projects advancing. She stressed the need to speed up regulatory processes,
— notably the Wayuu in La Guajira — and ensure sufficient electrical infrastructure.“Colombia has more than 20 years of delay in wind energy,” Nieves said. “Brazil, in contrast, has built over 1,300 onshore wind farms in the last two decades and is a top global turbine producer.”
The wind energy projects were part of Colombia’s just energy transition, aiming to replace fossil fuels with renewables while supporting vulnerable groups like Indigenous peoples. The region is home to Cerrejon, one of the largest open-pit coal mines in the world and a major player in Latin America’s mining sector, which has been in operation since 1985. The mine has just nine years left in its life span, and its closure, without alternative plans in place, will deal a significant blow to the region’s economy.An Indigenous woman from the Wayuu community cooks near her baby as wind turbines operate in the distance on the outskirts of Cabo de la Vela, Colombia, Feb. 7, 2025. (AP Photo/Ivan Valencia, File)